Tú, mi gran amor.

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Prefiero ir a recoger a mi niño al colegio, la más importante de mis reuniones es él, y siempre estoy diez minutos antes esperándolo en la puerta, y a él siempre se le ilumina la cara y sale corriendo como si hiciera siglos que no me ve, para de un salto colgárseme del cuello

No hay nada mejor en el mundo que oir su vocecita: «Te quiero Mami»…!!!

Aquel día traía una nota en la mano, el director quería verme.

Debía ser algo habitual con los nuevos alumnos, porque Marco, apenas tiene ocho años, nada malo podía haber hecho…., así qué entramos juntos de la mano hasta el despacho del director, me citaba para un par de días después, a las cuatro, y seguramente no podría acudir, así que pregunté al bedel por Don Bongiovanni, y me acompañó hasta su despacho.

-Pase! ….

Abrí la puerta, y allí estaba!, era Marcelo, con más años, el pelo corto y algunas canas.
No me lo podía creer, y me quedé paralizada en el umbral de la puerta de entrada.

Podían haber pasado, cuántos?, veinte años?…

-Pase por favor!, me dijo tendiendo la mano!

Aquello no era más que una visita de cortesía, tenía la costumbre de conocer en persona a todos los padres.

Él no parecía haberme reconocido. Pero le causé el mismo efecto que causo en la mayoría de hombres, titubeaba al hablarme de sus planes de estudio, las actividades extra escolares, las futuras excursiones…

Lo oía, asintiendo, mientras mi mente no paraba de decirme que aquellos vaqueros seguían sentándole igual de bien que siempre.
Los años, la vida no lo habían tratado mal.

No llevaba anillo de casado, aunque aquello seguramente no significaba nada, Marcelo tiene las manos grandes, probablemente haya una Sra. Bongiovanni en alguna casa cercana, esperándolo para cenar…

Él tenía una reunión en unos minutos, y me propuso una próxima cita para unos días después, almorzaríamos el jueves 22, en el que parecía el local de moda de la ciudad: «Aponiente»…,

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Apenas con trece años, fue verlo, y caí perdidamente enamorada, en mi primer año de instituto . Aunque, yo a esa edad y siendo nueva, era completamente invisible para los chicos mayores. Aquel primer año mis notas se fueron a los abismos más insospechados y oscuros del subsuelo , y él, ya en C.O.U., ni se percató de mi existencia en todo el curso.

Debería tener como unos cinco ó seis años más que yo, y por muchas tácticas de acercamiento que inventé, dudo que se diera cuenta .

Él terminó el instituto y yo lo olvidé por completo . Dicen que el roce hace el cariño , y no verlo a diario , hizo que mi mente se ocupara en otras cosas, como estudiar , que al fin y al cabo , era para lo que estaba allí.

Ya en mi último año, una mañana pasó bajo mi aula de turno . El corazón de me dió un vuelco .

Era profesor de primaria, en un colegio cercano. Resultó parar en los mismos lugares que empezaba a frecuentar con mis amigas, y es que aquella es una ciudad pequeña, tampoco hay mucho dónde escoger…..

470, Tintoreto, Pantalán….

Me había convertido en una mujercita de lo más atractiva, y de golpe, aparecí ante sus ojos, como una novedad conquistable.

Tomamos varias copas juntos, hablando de lo divino y de lo humano, entre besos y susurros, pasó aquel verano, hasta que me fuí a la facultad.

No nos dijimos ni adiós, no llegamos a ser nada, y su recuerdo se diluyó con la vida.

Cinco años de carrera, primeros proyectos laborales, una boda, un hijo, un divorcio…

Volví a mi ciudad natal, a refugiarme en el calor del hogar, huyendo de lo oscuro, del dolor de la separación.

Nueva casa que redecorar, viejos amigos, nuevos amigos para mi niño…, nuevo cole, y rutina, vuelta a la dulce monitonía de la rutina….

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A mis treinta y tantos y con bastante mundo detrás, yo distaba mucho de la niña insegura que había sido, y lo cierto , es que cuando una alarma del teléfono me recordó la cita con Marcelo para almorzar, estuve a nada de cancelarla.

Acababa de abrir mi nuevo espacio de moda : «Lena Gervasinni , attellier» , tenía mil cosas por hacer aún antes de la inaguración y………….., Marcelo quería almorzar¡

– Todo sea por Marco – me dije

Llegué al Restaurante unos quince minutos antes. Soy, como me gusta decir, impuntual por delante.

Prefiero esperar, relajadamente mirando la agenda y haciendo llamadas de esas de última hora, a llegar tarde , a prisas y sofocada .

Así que me senté en la barra, pedí una copa de Somontano y me puse a revisar mis compromisos de la tarde .

Cuando Marcelo llegó , me cogió en medio de una discusión con mi nuevo proveedor de tejidos. Se iba a retrasar aún una semana más. Siete días que iba a perder , así de golpe , por la incompetencia de un proveedor . Lo ví observarme a través de un espejo tras la barra, como transportado a otra época , reflejado en aquel espejo antiguo , sin querer interrumpir mi acalorada conversación.

Se tomó unos minutos para acercarse , y yo no me giré. Tenía que pensar algo para solucionar el tema de mis nuevas telas , aunque lo observaba , impaciente , tras el cristal.

Terminé tranquilamente mi copa de vino , un plan de acción para ejecutar tras aquel almuerzo , me levanté , y directamente me dirigí hasta donde estaba sentado.

-Esta es nuestra mesa?

-Te ví liada y no me he atrevido a interrumpir¡- dijo con esa sonrisa de niño travieso que  aún recordaba, provocando una reacción eléctrica en cada vello de mi piel , casi instantánea. Lo mío con él ,siempre había sido químico . Sencillamente mi cuerpo y una serie de reacciones encadenadas ante la presencia de Marcelo, pesaban sobre lo que la cabeza me decía.

Planes de estudio, excursiones, exámenes…….., un  aburrimiento .

Se le veía ilusionado en su puesto de director, y bastante implicado con todos y cada uno de «sus niños», como él le llamaba, hablando de potenciales políticos, cirujanos, investigadores , escritores …….. Aunque a mí no me terminaba de tocar con su ilusión, y aquel almuerzo se estaba alargando demasiado .

Aún así no me atreví a interrumpirlo cuando llegó a la parte personal , lo típico : una relación rota, unos niños aún pequeños , alguna amiga con derechos ……………….. Una historia que ya había oído otras veces, aprendida en un manual para hombres maduros y atractivos que debe existir , seguro , porque todos te cuentan lo mismo . 

-En fin querido , yo debo marcharme -dije sin más, levantándome.

Se puso en pie de golpe, cortándome el paso , cogiéndome por la cintura , quedando tan cerca su boca de la mía , que fue difícil evitar besarlo.

Ese sí era Marcelo , el que yo recordaba y del que me había enamorado con apenas 13 años , nada más verlo , mi primer amor.

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De todos modos, yo no estaba dispuesta a involucrarme emocionalmente , ni de ninguna otra manera con un hombre casado , y , prácticamente salí sin despedirme del restaurante.

-Nos vemos , dije .

Y ya lo creo que nos vimos¡

Nuestra vida se complicaba a cada cita, que empezaron con inocentes cafés  a media tarde . Los besos furtivos se fueron mezclando con las cenas, las escapadas en moto de fin de semana , y los encuentros a deshora en el colegio .

Con premeditación y alevosía me hacía el amor sobre la mesa de su despacho entre clase y clase .

Aquel viejo teatro , en desuso del colegio, fue testigo mudo de nuestros salvajes encuentros sexuales en el recreo de las once. El  teatro y  alguna rata curiosa. Era tan excitante encontrarse de este modo ¡

Teníamos tantas ganas atrasadas , que a la menor oportunidad, en cada encuentro , hacíamos el amor.

Yo empezaba a tener problemas para dejar a Marco con mis padres un par de días y escapar con Marcelo , mi negocio reclamaba toda mi atención . Así que empezamos a dejarnos llevar , y en cada inocente encuentro , casual o no , buscábamos el primer callejón solitario para amarnos , contra la pared, bajo la lluvia . Casi no era necesario que me pusiera una mano encima, su mera presencia me excitaba . Aunque, yo quería más. Necesitaba oir , que algún día nuestra tórrida historia de amor tendría una casa dónde anidar y una vida en común.

Su señora era intocable, estaba ahí, como en un altar, y yo no soy más que la otra, la amante ¡

Lo cierto es que nunca dijo que pensara dejarla , dejarla para estar conmigo , para no tener que disimular en público lo que ya era un secreto a voces. Aparentábamos en cada cita ,que sólo se trababa de una reunión informal para hablar de temas escolares, pero si coincidíamos con conocidos, era evidente , por la forma de mirarnos , por la cercanía de nuestros cuerpos , por la complicidad de nuestras conversaciones que aquello no era lo que pretendíamos hacer creer.

No es necesario que nadie me diga que esto no va a llegar a ninguna parte, soy perfectamente consciente de la situación , que se puede alargar durante años, mientras los dos nos sintamos cómoda en ella.  . Yo tan independiente , tan segura de mi misma, y enamorada hasta la médula de un señor casado. No le pregunto el porqué es imposible que su actual situación cambie , creo que me da miedo la respuesta. Me aferro a sus sinceros «te quiero», a sus abrazos, a sus besos, a la forma de mirarme, y me digo : es real . Vivimos en un mundo paralelo que construimos a cada cita, y vamos de cita en cita , y tiro porque me toca¡

Lo cierto es , que en el momento que nuestro amor se convierta en normal , si eso llega a suceder , perderá ese punto de peligroso y excitante .

Es fantástico vivir en un mundo inventado, lo sé porque vivo ahí habitualmente ¡ Aunque después de todo , de cuando en cuando es bueno tocar el suelo .

Isabel J.

Dedicatoria : Con todo mi cariño para Lena ¡ Un abrazo amiga

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